lunes, 2 de noviembre de 2009

Exposición sobre la concepción que tenemos de los niños

La discusión que sigue a continuación pretende hacerse cargo de la problemática que genera el educar. En este caso, lo problemático que tiene educar niños, o construir con ellos de manera pedagógica.

Asumimos esta discusión como parte de muchas luchas que estamos dando, pero ponemos énfasis en la importancia que tiene entender de manera crítica lo que es ser niños y transformar las maneras en las que nos comunicamos con ellos, en las que convivimos y todo lo que con ellos hacemos en nuestra vida diaria.


Perspectiva histórica
Los niños no han sido importantes en nuestra cultura. Hasta ahora sólo han sido depositarios de nuestras esperanzas de futuro y de nuestras ambiciones porque ellos tengan algo mejor. Pero las cosas no han sido como hoy siempre. Ejemplo de esto es que hasta  hace un siglo todavía atendían a los niños en los veterinarios. Basta con ver las prácticas en los jardines infantiles, en los colegios, en la calle y uno se puede dar cuenta que los niños que aparecían en la literatura del siglo XIX hoy todavía existen.
Algunos datos:
En el siglo XX la OIT ejerció acciones contra el trabajo infantil y la UNICEF en pro de la alimentación y la escolarización. En 1959 se firma la declaración de los derechos del niño, que constaba de 10 principios. Solamente desde el 20 de noviembre de 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño. Eso significa que no llevamos ni medio siglo con este tipo de decisiones.
La horrible definición de esta convención es la siguiente: “Para los efectos de la presente Convención, se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad.”
Actualmente 121 países han introducido estos principios. La excepción, a pesar de haber firmado el documento, la representan Somalía y Estados Unidos.

Fuerza productiva
Los niños no han sido considerados en las políticas públicas por no considerar que ellos en sí tengan las características necesarias para ser personas altamente productivas. A pesar de esto, continuamente los niños deben trabajar y han debido trabajar para las prácticas del capitalismo. Junto con las mujeres y los ancianos, los niños no han podido constituirse a sí mismos como un todo completo, porque el capitalismo los entiende como no aptos para el esfuerzo físico y mental que necesita la producción del mercado. Más bien han sido utilizados en trabajos que deforman sus cuerpos, que limitan su crecimiento, que modifican su actuar, etc.
Dentro de la misma lógica, que es la lógica de pensar al niño como un “adulto incompleto o en desarrollo”, es que los proyectos revolucionarios han desarrollado su perspectiva del niño. Hasta el momento muy poco grupos han asumido las características de los niños, más bien o los han igualado a los adultos y como consecuencia han tenido que luchar en guerras o enfrentamientos bélicos de todo tipo o se les ha relegado a las casas a recibir instrucción.

Mercado
Actualmente, los niños han tenido cierto auge en nuestro desenvolvimiento con ellos. Se les considera más en algunos aspectos y tienen cierta vitrina en los medios. Pero es precisamente por este factor comunicacional y del mercado que se les ha dado espacio. No es difícil comprobar que en el mundo de los padres trabajadores muchas de sus satisfacciones son las cosas que les pueden comprar a sus hijos. Por lo anterior es que se ha creado un mercado enorme en torno a los niños, pero en ningún momento se han tomado en cuenta sus preferencias y gustos. Más bien se reproduce el modelo y las prácticas a través de los productos para niños y se regula el modo de actuar y las cosas que se pueden o no actuar.
Conclusión
La perspectiva que tenemos hacia los niños, desde que se les considera importantes y hay organizaciones y gente preocupadas de ellos, es siempre desde la adultocracia. Existe una mirada muy paternalista, de un cuidado y protección extremas. Incluso los movimientos sociales de contrapoder no han asumido fuertemente las posibilidades de los niños y los han entendido como una proyección hacia el futuro, pero nunca como una posibilidad del presente.
Para nosotros los niños entienden el mundo, saben cómo confrontarlo, pueden comprender nuestras cosas de grandes, pueden tener responsabilidades mayores. En definitiva, son un igual. Y obvio es que a los niños hay cosas que les costarán más que otras, por sus capacidades y competencias, pero eso podríamos dejar que lo descubran y elijan ellos.
Parte del camino de la pedagogía libertaria es convertirse en una hologogía, donde se aglutine el pensamiento pedagógico para todas las personas. Mientras tanto nuestros pasos deben partir por hacer nuestra la lucha de los niños y jóvenes.

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